Como niños nos escondemos,
gritamos al tiempo y herimos
nuestras almas.
Como espectros de la noche
desaparecemos, olvidamos
la verdadera y vital esencia
del beso.
Como eternos silencios
degradados y obsoletos.
Como tristezas inacabadas
por una dulce sonrisa que
recordarás por necesidad.
Brilla con fuerza y olvida
la locura de la vida.
Eclipsa las opacas pesadillas
de un inerte pasado.
Como un amor verdadero,
cuidado y azul.
Como la última caricia,
símbolo de que la perfección
existe.
Huir, escapar y siempre
quererte como nunca antes.
Como niños nos miramos,
el tiempo ha rasgado nuestra
esencia, pero yo sigo siendo
aquel chico imposible y tú
sigues siendo indescriptible.
1 comentario:
Un poema hermoso hasta la médula.
Saludos
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